lunes, 19 de mayo de 2014

Científicos descubren cómo convertir la luz en materia

Tres físicos logran de forma relativamente sencilla demostrar un planteamiento del año 1934 que hasta ahora sólo era teórico


Científicos descubren cómo convertir la luz en materia
Físicos del Imperial College London, en Reino Unido, han descubierto la forma de crear la materia desde la luz, una hazaña que parecía imposible cuando se formuló la teoría por primera vez hace 80 años.
En un solo día en una pequeña oficina en el Laboratorio de Física del edificio Blackett, tres físicos elaboraron una forma relativamente sencilla de probar físicamente una teoría ideada por los científicos Breit y Wheeler en 1934.
Breit y Wheeler sugirieron que debería ser posible convertir la luz en materia rompiendo a la vez sólo dos partículas de luz (fotones), para crear un electrón y un positrón, el método más simple de convertir la luz en materia jamás predicho.
Se vio que el cálculo era teóricamente sólido pero Breit y Wheeler señalan que nunca esperaron que alguien demostrara físicamente su predicción, pues nunca se ha observado en el laboratorio y los experimentos anteriores han requerido la adición de partículas de alta energía masivas.
La nueva investigación, publicada en Nature Photonics, muestra por primera vez cómo la teoría de Breit y Wheeler se podía llevar a la práctica. Este 'colisionador fotón-fotón', que convertiría la luz directamente en materia mediante una tecnología que ya está disponible, sería un nuevo tipo experimento de física de alta energía.
Este experimento podría crear un proceso que fue muy importante en los primeros cien segundos del universo y que se ve en los estallidos de rayos gamma, que son las mayores explosiones del universo y uno de los misterios más grandes de la física sin resolver. Los científicos habían estado investigando los problemas vinculados a la energía de fusión, cuando se dieron cuenta de que en lo que estaban trabajando podría aplicarse a la teoría Breit-Wheeler.
El avance se logró en colaboración con un físico teórico compañero del Instituto Max Planck de Física Nuclear, en Alemania, que estaba de visita en el Imperial College London.
Demostrar la teoría Breit-Wheeler proporcionaría la pieza definitiva de un rompecabezas de la física que describe las maneras más simples en las que la luz y la materia interactúan.
Las otras seis piezas de este rompecabezas, incluyendo la teoría de Dirac de 1930 sobre la aniquilación de electrones y positrones y la teoría de Einstein en 1905 sobre el efecto fotoeléctrico, están asociadas con la investigación ganadora del Premio Nobel. "A pesar de que todos los físicos aceptan que la teoría es verdad, cuando Breit y Wheeler la propusieron por primera vez, me dijeron que no esperaban que se mostrara en el laboratorio en la actualidad, casi 80 años más tarde, demostramos que estaban equivocados", relata el profesor Steve Rose, del Departamento de Física del Imperial College.
Este experto describe que lo sorprendente para el equipo fue descubrir cómo se puede crear materia directamente de la luz utilizando la tecnología disponible hoy en día en Reino Unido. "Como somos teóricos, ahora estamos hablando con otras personas que pueden utilizar nuestras ideas para llevar a cabo este experimento histórico", agrega.
El experimento colisionador que han propuesto los científicos implica dos pasos principales. En primer lugar, usar un láser de alta intensidad extremadamente potente para acelerar los electrones hasta justo debajo de la velocidad de la luz y, entonces, lanzar esos electrones en una losa de oro para crear un haz de fotones un mil millones de veces más energéticos que la luz visible.
La siguiente etapa del experimento implica un pequeño oro llamado 'hohlraum', una palabra alemana que significa 'cuarto vacío', en alusión a una 'cavidad' que en radiaciones termodinámicas sus paredes están en equilibrio radiativo con la energía dentro de la cavidad. En su superficie interna, los científicos dispararían un láser de alta energía en la superficie interna de este oro para crear un campo de radiación térmica, generando una luz similar a la emitida por las estrellas. Entonces, se dirigiría el haz de fotones de la primera etapa del experimento a través del centro del cubo, haciendo que los fotones de las dos fuentes choquen y formen electrones y positrones, de forma que sería posible detectar la formación de los electrones y los positrones al salir del bidón.
"A pesar de que la teoría es conceptualmente simple, ha sido muy difícil verificar experimentalmente. Pudimos desarrollar la idea para el colisionador muy rápidamente, pero el diseño experimental que proponemos puede llevarse a cabo con relativa facilidad y con la tecnología existente", afirma el investigador principal, Oliver Pike.
A las horas de mirar aplicaciones de 'hohlraums' fuera de su papel tradicional en la investigación de la energía de fusión, los autores de este trabajo se sorprendieron al descubrir que proporcionaron las condiciones perfectas para la creación de un colisionador de fotones. "La carrera para llevar a cabo y completar el experimento está en marcha", concluyen.

l hombre que quiere curar el cáncer imprimiendo virus

Se podría decir que Andrew Hessel cultiva la apariencia de un visionario. Expone sus ideas con una voz sugerente, viste de negro de pies a cabeza y luce una barba salpicada de canas que le da un cierto aire a Steve Jobs. Pero no es su perfil sino su ambición lo que le distingue de los demás ponentes en la reunión de innovadores que se celebra esta mañana en los salones de la Sociedad Histórica de Nueva York.
Hessel está aquí para explicar cómo se propone curar el cáncer antes que las grandes empresas farmacéuticas: detectando primero virus capaces de matar sólo las células tumorales y fabricarlos después artificialmente en un laboratorio con la ayuda de una impresora 3D. «Se llaman virus oncolíticos y los científicos experimentan con ellos desde hace décadas», explica a EL MUNDO unos minutos después de su conferencia.
«Son patógenos muy débiles que infectan las células cancerosas y dejan intactas las células sanas. Algunas empresas empiezan a aprovecharlos con éxito en algunos ensayos clínicos. Lo que nadie ha logrado es diseñar esos virus en un ordenador y fabricarlos a la medida de cada paciente».
Hessel no tiene familiares directos que hayan muerto de cáncer. Pero es consciente de la naturaleza de la quimioterapia, que mata por igual a las células sanas y a las cancerosas y provoca en el enfermo un sinfín de efectos secundarios. «Es como arrojar una bomba nuclear sobre Nueva York para acabar con una banda de delincuentes», dice sonriente. «Estoy seguro de que podemos dar con un método mejor».
Lanzar al mercado nuevos fármacos es un proceso tortuoso que requiere décadas de ensayos clínicos y el visto bueno de las autoridades. Por eso Hessel no aspira a comercializar medicinas, sino a diseñar soluciones concebidas a la medida de cada paciente con la ayuda de los avances de la ingeniería genética y del poder creciente de la computación.
Virus fabricados por Andrew Hessel en su laboratorio.
Virus fabricados por Andrew Hessel en su laboratorio. 
«Primero extraeríamos una muestra de las células tumorales de una persona y después adaptaríamos los virus hasta desarrollar una terapia capaz de eliminarlas de un modo seguro», explica. «Sólo entonces inocularíamos los virus en esa persona. Al principio el tratamiento será gratuito para aquellos enfermos que quieran someterse a él. Pero mi objetivo es crear un modelo de suscripción similar al de Spotify en el que el cliente pague una pequeña cuota anual a cambio de tener acceso a la terapia cuando le detecten un tumor».
Hessel acaba de cumplir 50 años y reside con su esposa en San Francisco, donde dirige el departamento de nanotecnología de la empresa californiana Autodesk, cuyo producto más exitoso es el programa de diseño AutoCAD. Inició su carrera en 1995 trabajando para la empresa farmacéutica Amgen. Pero se fue siete años después porque sus jefes no le permitían experimentar.
Por entonces empezaban a despuntar los primeros logros de la genética y Hessel enseguida se dio cuenta de las oportunidades que podían ofrecer a la medicina los avances de la tecnología digital. «Un amigo me habló de los virus oncolíticos y pensé que podríamos mejorar su eficacia si los adaptábamos a cada paciente», explica. «Nuestras células son como pequeños ordenadores y el ADN es su sistema operativo. La tecnología empieza a permitirnos digitalizar la información de ese sistema operativo como digitalizamos un texto o una canción».
El proceso que propone Hessel para curar el cáncer es muy distinto del que observan las grandes empresas farmacéuticas, cuyo objetivo es lanzar al mercado fármacos que apenas tengan efectos secundarios y cuenten con el visto bueno del regulador. «El problema no es la tecnología, sino el modelo de negocio de las multinacionales, que se gastan cifras millonarias en diseñar medicinas que en ocasiones sólo utilizan miles de personas en todo el mundo. Sería mucho más eficiente elaborar fármacos a la medida de cada paciente y asegurarnos de antemano de que pueden curar su tumor».
Impresora 3D utilizada para fabricar virus.
Impresora 3D utilizada para fabricar virus. AZCOBIOTECH
Hessel recuerda que es posible secuenciar el genoma de cualquier ser vivo por mucho menos dinero que hace apenas dos años y asegura que muy pronto cualquier científico podrá acceder a herramientas más poderosas que las de las que tienen hoy a su alcance los empleados de una multinacional. «Nuestro sistema está abierto a cualquiera que quiera ayudarnos en cualquier lugar del mundo», dice sobre su proceso de trabajo. «Una cooperativa pequeña como la nuestra está mejor preparada para un desafío así».
El científico es consciente del escepticismo que suscita su propuesta entre algunos miembros de la comunidad científica, que advierten que curar el cáncer no es tan sencillo como podría parecer. Por eso presenta su proyecto como el principio de una revolución similar a la que desencadenaron los primeros ordenadores personales y echa mano de una metáfora muy gráfica: «Si usted hiciera un juguete de plástico hace unos años, tendría que diseñar primero unos moldes y sólo merecería la pena diseñarlos si quisiera fabricar miles de juguetes de una vez. Hoy uno puede imprimir cualquier juguete en casa por mucho menos dinero con una impresora de objetos en tres dimensiones. Así queremos nosotros desarrollar nuestras medicinas: con unas herramientas abiertas a cualquier científico que nos quiera ayudar».
El objetivo de Hessel es atraer a jóvenes científicos que han empezado a experimentar con la ingeniería genética y que forman una especie de comunidad global. Algunos han logrado añadir ingredientes sintéticos al ADN de algunas especies y otros han creado plantas que brillan en la oscuridad. La cooperativa de Hessel cuenta con el respaldo de socios tan influyentes como la Universidad de Harvard o la empresa Organovo, que fabrica tejidos humanos recurriendo a una tecnología similar. Pero algunos científicos ponen en duda la viabilidad de su proyecto y observan con recelo su popularidad.
«No le conozco personalmente y es probable que esté simplificando los desafíos a los que se enfrenta, pero eso no tiene por qué ser malo», decía recientemente el biólogo Neil Gershenfeld, que dirige uno de los centros de investigación del MIT. «Los visionarios como él suelen tener mala reputación entre los científicos, pero cumplen un papel muy útil porque ayudan a detectar posibilidades que los expertos en un campo muy concreto no suelen ver».
Una investigadora muestra un modelo del virus sintético fabricado con...
Una investigadora muestra un modelo del virus sintético fabricado con una impresora 3D.
Unos 600 inversores apoyan por ahora el proyecto de Hessel, que asegura que diseñar los virus que necesita para curar el cáncer apenas cuesta unos 730 euros y que será cada vez más barato y más sencillo por el poderío creciente de los ordenadores, que se duplica cada 18 meses según las premisas de la Ley de Moore.
«Lo primero que debemos hacer es resolver problemas de diseño probando la eficacia de los virus en los cultivos celulares de un laboratorio. Sólo entonces llegará el momento de hacer ensayos con animales», dice el científico, que no se atreve a ofrecer una fecha en la que su terapia servirá para curar a un ser humano: «Es imposible predecir el futuro, pero no hay ninguna barrera técnica que nos impida hacerlo hoy. Si unos oncólogos tuvieran un paciente que cumpliera las condiciones apropiadas, podríamos crear juntos un equipo y diseñar unos virus que recibieran una autorización especial para experimentar».
El cáncer no es el único problema que podría atajar el sistema que propone Hessel. Sus fármacos personalizados podrían ser una solución para la tuberculosis o la malaria y también para quienes sufren enfermedades raras, en quienes las grandes empresas farmacéuticas no tienen incentivos para invertir. Por ahora la tecnología que utiliza Hessel es demasiado compleja.
Pero su impresión es que poco a poco se irá simplificando y que muy pronto cualquiera podrá imprimir sus propios virus si se le detecta un tumor. «Bastará con un laboratorio básico y con una impresora de ADN y será tan sencillo como usar un procesador de textos», asegura muy serio. «Cualquiera podrá elaborar su propia medicina siempre que creemos unos buenos controles de seguridad».
El científico está seguro de que sus ideas dinamitarán el modelo de negocio de las farmacéuticas y ayudarán a curar tumores mortíferos. El ADN de las células cancerosas puede sufrir cientos de mutaciones. Pero eso no le parece un problema a Hessel, que asegura que cada vez será más barato y más rápido experimentar hasta encontrar una solución: «Si me sale prácticamente gratis diseñar un virus y puedo probar su eficacia en el laboratorio, no hay nada que me impida probar miles de diseños. Recuerda que es algo que no tengo por qué hacer yo solo. Miles de personas pueden aportar ideas para curar a un solo paciente».
Antes de despedirse, Hessel asegura que curar el cáncer será sólo uno de los logros que nos permitirá alcanzar la ingeniería genética: «Podremos crear carne y leche sintética para ahorrar energía y frenar el cambio climático. También recuperar especies desaparecidas como el mamut».

viernes, 2 de mayo de 2014

La basura llega ya hasta el fondo del océano

  • Un estudio europeo muestra que los residuos generados por el hombre alcanzan zonas remotas del océano muy alejadas de la costa y hasta a 4.500 metros de profundidad.

  • Los animales los confunden con alimentos o quedan atrapados en las redes

  • Encontraron plásticos, redes de pescar, vidrio, latas, cartones, cerámica y hasta un váter.

Cangrejos atrapados en una red de pesca abandonada en el...
La basura generada por el hombre ha llegado ya a los rincones más remotos de la Tierra. Incluso en el fondo del océano, a profundidades de hasta 4.500 metros, y en zonas muy alejadas de la costa (a 3.000 kilómetros de distancia), un equipo europeo de científicos ha encontrado todo tipo de residuos. Desde plásticos a redes de pescar pasando por botellas, latas de conserva, prendas de vestir, cartones y todo tipo de objetos, como un vater de cerámica.
El impacto ambiental provocado por las grandes cantidades de basura generadas por el hombre es de sobra conocido, pues hay zonas tanto en la superficie terrestre como en el océano que se han convertido en auténticos vertederos. Sin embargo, esta investigación demuestra, por un lado, que los residuos han alcanzado zonas muy remotas que apenas han sido exploradas, y por otra, que este problema es generalizado, pues los científicos han tomado muestras en numerosos puntos del Mediterráneo, el Atlántico y el Ártico.
Se encontraron abundantes plásticos, botellas de vidrio, latas de...
Se encontraron abundantes plásticos, botellas de vidrio, latas de bebidas y conservas.
Para realizar este estudio, en el que participa el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a través del Instituto de Ciencias del Mar, se recogieron un total de 600 muestras en 32 lugares a lo largo de diez años. Las profundidades a las que se recogieron las muestras oscilaron entre los 35 metros del Golfo de León (en Francia) y los 4.500 metros en el cañón de Cascais, en Portugal.
Según advierten los científicos en su trabajo publicado en la revista PLOS ONE, la acumulación de basura en el mar supone una amenaza para numerosas especies animales. Desde hace años se ha documentado cómo aves y tortugas mueren atragantadas o intoxicadas al confundir estos residuos que flotan en la superficie del mar con comida. Algunas mueren por malnutrición, pues sus estómagos quedan obstruidos al ingerir plásticos.
Este nuevo trabajo demuestra que son muchas más las especies afectadas por la basura: "Los restos de plásticos llegan también al fondo del océano. Se van rompiendo y degradando de modo que a grandes profundidades hay trozos pequeños de plástico que son consumidos por pequeños crustáceos o peces", explica por teléfono desde Barcelona Joan B. Company, investigador del Instituto de Ciencias de Mar (CSIC) y coautor de este estudio, en el que también ha participado su colega Eva Ramírez-Llodra.
De arriba a abajo y de izquierda a derecha: bolsa de plástico...
De arriba a abajo y de izquierda a derecha: bolsa de plástico recogida en el Ártico a 2.500 m. de profundidad; restos de basura recogidos a 1.500 metros de profundidad en una red de arrastre en Blanes; red cubriendo coral en Darwin Mound a 950 m.; una lata de cerveza en el cañón Whittard
De momento, señala el científico, se desconoce si estos microplásticos consumidos por peces y crustáceos pueden llegar a pasar a la cadena trófica y tener consecuencias para la salud humana, por lo que están empezando a estudiar estas cuestiones.
Asimismo, en ocasiones, como se ve en la fotografía, los crustáceos o los peces quedan atrapados en las redes que quedan abandonadas en el fondo del océano hasta que mueren, lo que se denomina "pesca fantasma".

La era del plástico

De toda la basura recogida en los 600 muestreos realizados por las 15 instituciones europeas que participan en este trabajo, el 40% era plástico y el 34% lo conformaban redes y utensilios de pesca. El resto era vidrio, metal, madera, papel, ropa, vasijas o materiales diversos. "Estamos en la era del plástico, que está presente en todos los sedimentos del planeta", señala Company.
Para comprobar si había basura en las aguas estudiadas, los investigadores utilizaban redes de arrastre o vehículos robóticos submarinos (no tripulados) ROV. En España se tomaron muestras en la costa de Cataluña, la Comunidad Valenciana y Baleares. En el cañón submarino de Blanes (Barcelona), con una profundidad de unos 2.200 metros, encontraron una gran acumulación de residuos.
Sanitarios de cerámica hallados en el fondo del mar
Sanitarios de cerámica hallados en el fondo del mar
A bordo del buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa, del CSIC, recorrieron la ruta entre Barcelona y Creta, pasando y pescando por Baleares y el sur de Italia: "En todas partes encontrábamos basura", recuerda.
Una de las ánforas de cerámica encontradas.
Una de las ánforas de cerámica encontradas.
Hallaron mucho plástico y también multitud de objetos, algunos curiosos como un váter de cerámica o un bote salvavidas de un avión militar estadounidense guardado en una gran caja metálica. En aguas griegas encontraron también ánforas de cerámica antiguas, que fueron entregadas a las autoridades.
También rescataron gran cantidad de residuos del carbón quemado (en inglés, clinker) generados por los barcos de vapor desde el inicio de la era industrial hasta hace un siglo aproximadamente: "La ruta entre Barcelona y Marsella, por ejemplo, era muy transitada. Cuando se quemaba el carbón se convertía en una especie de piedras, que eran lanzadas por la borda", explica.
Según detallan los científicos, buena parte de la basura llega al mar a través de los ríos. Tras pasar por la plataforma continental, va descendiendo por el talud continental y se acumula en las zonas de menor pendiente. Los cañones submarinos, con profundidades de hasta 4.500 metros, son la principal conexión entre las aguas costeras y el mar profundo.
"Este estudio demuestra que la basura humana está presente en todos los hábitats marinos, desde las playas a los lugares más remotos y a las zonas más profundas. La mayor parte de las áreas profundas del mar siguen sin ser exploradas por los humanos. Las nuestras fueron las primeras visitas que se hicieron a muchos de estos lugares, y nos quedamos conmocionados al descubrir que nuestra basura había llegado antes que nosotros", ha declarado Kerry Howell, coautor del artículo, en una nota de prensa de la Universidad Plymouth, en Reino Unido.
Los investigadores esperan que su trabajo sirva para concienciar a la población sobre la necesidad de emprender acciones para evitar la acumulación de basura en los entornos marinos. "Si tenemos un bosque, una playa o una plaza llena de basura, puedes ir a limpiarlas. Pero cuando llega al mar, a profundidades de más de 1.000 metros, nadie va a ir a hacerlo. Ahí se queda y sigue acumulándose. La única solución que hay es evitar que llegue al mar. No podemos permitirnos seguir acumulando basura allí", advierte Company.

El planeta con días de ocho horas

  • Determinan por primera vez cuánto dura un día en un planeta fuera del Sistema Solar

Recreación del exoplaneta Beta Pictoris B
Más allá de nuestro Sistema Solar, a 63 años luz de la Tierra, se encuentra un planeta de cuya existencia se tuvo constancia hace tan solo seis años cuando se captaron las primeras imágenes directas a partir del Telecopio VLT (Very Large Telescope) instalado en el Observatorio Europeo Austral (ESO) en medio del desierto chileno de Atacama, uno de los mejores lugares para la observación del cosmos por su disposición geográfica.
Los esfuerzos de los astrónomos por conocer las características de este planeta, bautizado con el nombre de Beta Pictoris B, han dado sus frutos en un tiempo récord porque acaban de publicar que sus días duran tan solo ocho horas.
El equipo de científicos holandeses que ha logrado el hallazgo, pertenecientes a la Universidad de Leiden (Países Bajos) y del Instituto para la Investigación Espacial de los Países Bajos, ha conseguido descubrir por primera vez la velocidad de rotación de un planeta extrasolar.
«Nadie había intentado calcular la velocidad de rotación de un exoplaneta porque se pensaba que era muy difícil. Solo ahora con nuevos métodos esto es posible y pasa a ser relativamente fácil. Únicamente necesitamos una hora de observación usando el VLT situado en Chile para calcular la velocidad de giro del planeta. Conocíamos ya el radio del planeta de estudios previos, así que pudimos calcular que el giro sobre su eje duraba 8 horas», explica a EL MUNDO Ignas Snellen uno de los coautores del estudio del Observatorio de Leiden.

Alta velocidad

En este caso la técnica que utilizaron los astrónomos para medir la velocidad fue la espectroscopía de alta dispersión para dividir la luz en los colores que la forman, a partir de las diferentes longitudes de onda en el espectro. El equipo científico, que acaba de publicar este nuevo astronómico en la revista Nature, detalla que la masa y el tamaño de Beta Pictoris B (16 veces más grande y 3.000 veces más masiva que la Tierra) no impiden que gire sobre sí misma a casi 100.000 kilómetros por hora (k/m). Una velocidad que supera con creces a la de cualquier planeta del Sistema Solar, ya que Júpiter gira sobre su eje a una velocidad de aproximadamente 47.000 kilómetros por hora, y la Tierra a tan solo a 1.700.
Remco de Kok, otro de los coautores del estudio, coincide con el investigador Ignas Sellen en que «la razón por la que unos planetas giran más rápido y otros más despacio todavía no está clara», aunque «esta primera medida de la rotación de un exoplaneta muestra que la tendencia vista en el Sistema Solar, en la que los planetas más masivos giran más deprisa, puede aplicarse a los exoplanetas. Debe tratarse de una consecuencia universal derivada de la forma en que se crean los planetas».
Según indica Miguel Mas Hesse del Centro de Astrobiología del CSIC, la importancia de este descubrimiento para la comunidad científica radica en que ayudaría a saber cómo se formaron y cómo evolucionarán los planetas. «La rotación además determina las propiedades atmosféricas. De hecho, en la Tierra las borrascas se mueven debido este fenómeno», detalla.

Muy cerca de su estrella

Fue en 2003 cuando un equipo de astrónomos franceses descubrió que alrededor de la estrella Beta Pictoris giraba este joven planeta gigante. Los estudios sobre sus características demostraron que el planeta es ocho veces más masivo que Júpiter y tiene una edad de 20 millones de años (la Tierra tiene 4.500 millones de años).
Beta Pictoris está situada en la constelación austral de Pictor conocida también como 'caballete del Pintor'. La distancia que separa al planeta de su estrella es muy pequeña ya que sería, a grandes rasgos, la misma distancia que existe entre el Sol y Saturno. Con este hallazgo, el telescopio VLT ha vuelto a demostrar su extraordinaria potencia, ya que es una de las primeras imágenes tomadas directamente de un planeta extrasolar tan cercano a su estrella.

martes, 22 de abril de 2014


La Tierra ha recibido 26 impactos de asteroides como bombas atómicas en los últimos 13 años

Las explosiones han alcanzado hasta 600 kilotones, cuando la bomba de Hiroshima en 1945 no pasó de 15

La Tierra ha recibido 26 impactos de asteroides como bombas atómicas en los últimos 13 años

La Tierra es golpeada por asteroides de forma sorprendente, según nuevos datos dados a conocer por la Organización del Tratado de Prohibición de Pruebas Nucleares, que opera un red de sensores que monitoriza la Tierra durante las 24 horas con el objetivo de escuchar la firma en infrasonido de las detonaciones nucleares. Resulta que, según esta entidad, entre 2000 y 2013, la red ha detectado 26 explosiones que varían en energía de 1 a 600 kilotones, ninguna causada por una explosión atómica, sino por algo llegado de mucho más lejos: impactos de asteroires.
Para poner esto en perspectiva, la bomba atómica que destruyó Hiroshima en 1945 explotó con un impacto de energía de 15 kilotones. Mientras que la mayoría de estos asteroides se hizo añicos demasiado alto en la atmósfera como para causar graves daños en el suelo, «la evidencia es importante para estimar la frecuencia de un asteroide capaz de destruir una ciudad», han explicado este martes en el Museo del Vuelo de Seattle, con motivo del Día de la Tierra, miembros de la Fundación B612, un equipo de científicos y exastronautas de la NASA que estudia cómo proteger nuestro planeta de los impactos del espacio.
La Tierra está chocando continuamente con fragmentos de asteroides, el más grande de los últimos tiempos provocó el llamado «evento Tunguska» en Siberia, en 1908, con un impacto de energía de 5 a 15 megatones. Más recientemente, en 2013, el mundo entero fue testigo del impacto de 600 kilotones en la ciudad de Chelyabinsk, Rusia, e impactos de asteroides de más de 20 kilotones se produjeron en el sur de Sulawesi, Indonesia, en 2009, en el Océano Antártico en 2004, y en el Mar Mediterráneo en el año 2002. Ninguno de estos asteroides se detectó ni fue seguido de antemano por ningún observatorio terrestre o espacial.

Capacidad destructora

«Si bien se han detectado la mayoría de los grandes asteroides que tienen el potencial de destruir un país o un continente entero, menos de 10.000 de los más de un millón de asteroides peligrosos que tienen el potencial de destruir toda una gran área metropolitana han sido encontrados por los observatorios espaciales o terrestres», ha afirmado Ed Lu, exastronauta de los transbordadores estadounidenses y la Soyuz rusa y confundador y CEO de la Fundación B612. «Debido a que no sabemos dónde ni cuándo ocurrirá el próximo gran impacto, lo único que ha impedido una catástrofe de un asteroide de un tamaño capaz de aniquilar una ciudad ha sido un golpe de suerte».
La Fundación B612 pretende cambiar eso mediante la construcción del la Misión Telescopio Espacial Sentinel, un telescopio espacial infrarrojo de alerta temprana para el seguimiento de los asteroides que proporcionaría, según sus promotores, tiempo (muchos años ) para desviar un asteroide peligroso cuando todavía está a millones de kilómetros de distancia.
Esta misión pretende ser la primera con financiación privada que cree el primer mapa dinámico integral de nuestro sistema solar interior, con la identificación de las trayectorias actuales y futuras de los asteroides que se cruzan con la Tierra. Una vez lanzado en 2018, Sentinel será capaz de detectar y realizar un seguimiento a más de 200.000 asteroides en tan solo el primer año de operación.

domingo, 16 de marzo de 2014

Un virus revive tras 30.000 años congelado en Siberia

Imagen al microscopio de una ameba infectada por el virus gigante
Imagen al microscopio de una ameba infectada por el virus gigante 
En pleno siglo XXI, un grupo de investigadores ha dado con el virus más grande de la historia: Pithovirus sibericum. Pero, a pesar de su gran tamaño, no es lo más peculiar de este organismo. Ha permanecido 30.000 años bajo el hielo de Siberia y acaba de ser reactivado en un laboratorio.
Aunque se encontraba a 30 metros de profundidad entre las capas heladas de la tundra siberiana, conocidas como 'permafrost', alejado de la luz y del oxígeno, su material genético se ha mantenido en perfecto estado de conservación.
Pithovirus ha permanecido latente durante, al menos, 30.000 años, hasta que los científicos que lo han rescatado utilizaron amebas -un organismo unicelular- para comprobar si todavía podía comportarse con normalidad.

Encontrado en el año 2000

«Debido a que las condiciones cambiaron, el virus se descongeló y se reactivó», cuenta a EL MUNDO Chantal Abergel, investigadora de la Universidad de Marsella (Francia) y coautora del estudio que acaba de publicar en la revista Proocedings of the National Academy of Sciences (PNAS). Durante las 12 horas siguientes a su reactivación, «el virus se introdujo en la ameba y se multiplicó cientos de veces. La ameba murió por rotura [denominado ciclo lítico] y apareció una nueva generación de virus», detalla la investigadora francesa.
Los científicos dieron con este virus gigante en el año 2000 en Chukotka, al noreste de Rusia. Este nuevo agente patógeno se añade a la pequeña lista de virus gigantes compuesta por Pandoravirus, Mimivirus y, ahora, Pithovirus. Los Mimivirus son el género que contiene el mayor material genético y los Pandoravirus eran, hasta ahora, los que tenían mayor tamaño: 1µ (micras) de longitud y 0,5µ de diámetro. Tras este nuevo descubrimiento, Pithovirus desbanca a los Pandoravirus ya que mide 1,5µ de longitud, lo que es comparable en tamaño a una pequeña bacteria.
Además, los científicos han comprobado que, esta una nueva familia de virus gigantes, tan solo comparte con los Pandoravirus el 11% de información genética.
Según los investigadores, no supone un riesgo para las personas y animales. «Bajo las condiciones en las que aislamos el virus, éste no es infeccioso», declaran en su estudio. Pero no descartan que el virus se encuentre en algunos animales o plantas de las capas del permafrost.
Además, plantean que este virus pudo infectar a los últimos neandertales que vivieron en la Tierra. «Los restos de los últimos Neandertales (hace 28.000 años) han sido localizados en Rusia. Estos ancestros vivieron, padecieron enfermedades y murieron. Es interesante pensar que, tal vez, el virus les pudo infectar», destacan los científicos.
En la actualidad, continúan estudiando el material genético de este virus gigante para comprobar sus teorías. «Si encontramos alguna analogía [con los agentes infecciosos que se dan en humanos] el riesgo será real, sino estaremos a salvo. Desde luego no queremos revivir este virus si es un patógeno», asegura la investigadora Abergel.

La ciencia investiga por qué el bostezo es tan contagioso

Expertos han dado distintas explicaciones para este fenómeno, pero aún no está claro por qué se produce este acto de imitación.













Desde hace tiempo la ciencia está detrás de por qué el bostezo ajeno es tan contagioso, buscando y analizando las variables que podrían influir en este acto tan cotidiano.
Este fenómeno se produce sólo en los seres humanos y en los chimpancés, comenzando recién en la primera infancia. Y se diferencia del bostezo espontáneo porque éste se produce cuando alguien está aburrido o cansado, y se ha podido observar ya en el vientre materno.
Pero, ¿por qué algunas personas son más susceptibles a bostezar cuando ven u oyen a alguien hacerlo?
Esta nueva investigación, publicada en la revista PLoS ONE, señala que la imitación de este cotidiano acto no tendría que ver tanto con los niveles de empatía (la capacidad para reconocer o entender las emociones de los demás), el cansancio, inteligencia o una determinada hora del día, como se ha señalado anteriormente.
MIENTRAS MÁS EDAD, MENOS CONTAGIO DEL BOSTEZO
Para conocer las razones de este fenómeno, expertos reclutaron a 328 voluntarios sanos, quienes respondieron preguntas sobre empatía, los niveles de energía y la somnolencia. Luego, vieron un video de tres minutos de personas bostezando, donde se registró el número de veces que las personas bostezaban mientras veían el video.
Así, del total de personas estudiadas, 222 se contagiaron el bostezo al menos una vez durante el video, con una variable entre cero y 15 veces durante la proyección de las imágenes.
Pero luego de varios análisis y contrastando los resultados con estudios anteriores, los investigadores encontraron que ciertos individuos eran menos susceptibles a los bostezos contagiosos que otros, sin hallar una fuerte relación entre el contagio del bostezo y variables señaladas anteriormente, como la empatía, la inteligencia o la hora del día.
El único factor independiente que influyó significativamente el contagio del bostezo fue la edad: mientras más años se tenga, menos probabilidades se tiene de bostezar por imitación.
Pero esta razón sólo fue capaz de explicar 8 por ciento de la variabilidad en la respuesta bostezo contagiosa, por lo que la razón aún sigue sin aclararse por completo.
"La edad es el predictor más importante de contagio del bostezo, aunque hasta la edad no era tan importante. La gran mayoría de la variación en la respuesta del contagio del bostezo aún no está explicada", señala Elizabeth Cirulli, del Centro de Genoma Humano Variación de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke.
AUTISMO Y ESQUIZOFRENIALos investigadores señalan que la importancia de saber por qué se produce el contagio del bostezo podría arrojar luz sobre enfermedades como la esquizofrenia o el autismo.
Ello, pues curiosamente las personas con estos trastornos tienen menos bostezos contagiosos (pero mantienen los bostezos espontáneos).
Por ello, y dado que la mayor variabilidad en el contagio del bostezo permanece sin explicación, los investigadores ahora están buscando si hay influencias genéticas que contribuyen a este acto.
"Es posible que si encontramos una variante genética que hace a ciertas personas menos propensas a tener los bostezos contagiosos, podríamos ver que la variante o variantes del mismo gen también se asocia con la esquizofrenia o el autismo", puntualiza Cirulli.